lunes, 12 de mayo de 2008

José Ramírez Mateo

Tata Pepe:


Eres el primer abuelito que se me va, eres mi primera gran pérdida. He tenido la suerte de haber conocido a mis cuatro abuelos, algo no muy común... y a ti te conocí muy bien. Conocí tus defectos y tus virtudes, tus manías y tus gustos.

No te tocó una vida fácil. A pocos años de ser padre un accidente marcó tu vida. Perdiste algo más que el brazo y la pierna derecha. Fue una durísima prueba que te puso el señor, pero tú supiste seguir adelante. Aprendiste a escribir con tu mano izquierda. Con o sin ayuda trabajabas días enteros para arreglar tu casa. Te movilizabas de extremo a extremo, ya fuera en micro o caminando.

Es verdad que siempre fuiste enojón, muy enojón diría yo, (de hecho creo haber heredado gran parte de mi mal genio gracias a ti), pero esa forma de ser era por que siempre estabas preocupado por tu casa, por los gastos, por tus hijos y tu familia. No ocultabas tu forma de pensar, para nada, siempre expresabas con gran energía lo que creías. Te enojaste cuando mi mamá quería ponerme una rosa en la cabeza el día de mi bautizo... gracias por eso.

Tú elegiste mi nombre, Diego, tú me diste mi primer reloj y tú me diste tantos consejos y me advertiste sobre tantas cosas.

Como podría yo olvidar todas esas tardes cuando chico, las cuales yo encontraba interminables, en las cuales me hacías martillar, sostener la tabla mientras tú la aserruchabas o desenredar un cable largísimo. Y tenia que hacerlo bien, por que o si no llegabas y me deshacías todo... "El flojo trabaja dos veces" me decías. A pesar de haber tenido un brazo menos, trabajabas más que muchos hombres con sus cuatro extremidades. Siempre arreglando cosas, cortando maderas, midiendo trazos, nunca estabas quieto, siempre estabas trabajando en algo... como olvidar tu última gran obra, tu enorme silla. Luego con el tiempo te fuiste suavizando, al menos con nosotros tus nietos... ya me soportabas que dejara las cosas que no me gustaban en el plato, aunque siempre me retabas por ello. Siempre que llegábamos a verlos estabas dormido en el patio, en el parrón, con tu radio prendida en el rosario, creo haberte asustado un par de veces para despertarte.

Y como olvidar también tus mañas. Siempre que la abuelita nos ofrecía dulces tu eras uno de los primeros en saltar y al tiro te ponías tierno con ella... o, aunque te molestara que pasara horas y horas jugando con los "botoncitos" (game boy) como le llamabas, siempre te llamó la atención como funcionaba mi juego y más de una vez intentaste desarmármelo para ver como era el mecanismo por dentro. Y tu humor, tu extraño sentido del humor... como el chistecito que le hiciste a la abuelita una vez mientras paseábamos en el auto, o los típicos gritos que pegabas después de comer cuando todos estábamos callados y nos asustabas a todos. "Muy bueno todo señora Martita, demasiado bueno" o "Que es pesao tu taaaaita" eran tus típicas frases al abandonar la mesa. Siempre veías o grababas las noticias en la noche. Tu pieza estaba llena de relojes y radios portátiles.

Siempre
te preocupabas de que fuéramos a ver a la abuelita... y de pasadita a ti. Nunca pedías regalos para ninguna ocasión, aunque si te llegaba alguna cosita dulce por ahí no te quejabas. Siempre fuiste muy fuerte, muy duro. "Cuando será el día en que mi nieto llegué solo a la casa en micro, sin su papá" fue una de las cosas que siempre me dijiste durante mi niñez... espero que recuerdes que no hace mucho cumplí tu deseo, llegué solo a tu casa, y me felicitaste por ello.

Fue pasando el tiempo y poquito a poquito empezaste a quedarte sordo del oído derecho, empezaste a adelgazar y ya no tenías ganas de nada, hasta que el 28 de Diciembre del año pasado ya no quisiste levantarte más. Permanecías acostado todo el día. Era muy extraño no verte bajar las escaleras para comer con nosotros, o no verte más en el patio durmiendo con tu jokie puesto. No hubo caso, ya no tenías ganas de seguir. Siempre nos decías que ya estaba bueno, que querías irte, ocasionándole más de un disgusto a mi papá al escucharlo. Y así fue... decidiste esperar a cumplir 50 años de casado con tu esposa, y te fuiste al día siguiente, para el día de la madre, el 11 de Mayo.

Sabes que te queríamos, sabes que tuviste una esposa que cuidó de ti hasta el último momento, un hijo que te admiraba y que se sacrificó por ti en tus días finales, sabes que tuviste una hija que te amaba demasiado, que vino a verte en el verano y que ha sufrido mucho por no haber podido estar contigo en los últimos momentos. Sabes que tuviste unos nietos que están orgullosos de ti, que sabían todo lo que los amabas, por que al vernos tus ojos cambiaban, se llenaban de felicidad al ver a tus nietos de parte de tu hijo visitarte un Viernes por la tarde, o a tus nietos de parte de tu hija llegar a Chile a verte a ti y a la abuelita. Sabes que tienes una familia que nunca olvidará los grandes esfuerzos y sacrificios que hiciste por nosotros.

Fuiste un hombre que fue capaz de vencer a la adversidad, que ha pesar de todas sus dificultades fue capaz de llevar una familia adelante.

Duerme Tata, descansa al fin, por que te lo mereces. Sufriste bastante tus últimos días, es tiempo de por fin estar en paz, y que tu partida también sea paz y tranquilidad para tus seres queridos, quienes tampoco lo estaban pasando bien con la situación.

Me hiciste prometer que no lloraría para tu funeral. Lamento no ser capaz de no poder cumplir esa promesa, pero un hombre como tu merece esto y mucho más.


Te amo Tata.